sábado, agosto 8
Day 8 – Química pura
Al no poder trabajar en mi despacho, decidí ir a la Biblioteca de mi barrio. A menos de 0,5 millas de casa, es decir, cruzando el parque que tengo delante está la Islington Central Library. Es bastante pequeñita. Diría que hasta un poco simple, con muebles salidos de un mercadillo de los años 70.
Durante toda la mañana tuve delante mío un amable abuelito que leía el periódico en voz alta. Al final de cada noticia, me llamaba y me pedía disculpas por el ruido. Pensé que él sólo supiera leer en voz alta pero me equivoqué. Cuando él se fue, me di cuenta que hablaba con alguien a su lado. Alguien a quién sólo él veía.
Por la tarde la cosa no fue muy diferente. Después de instalarme cómodamente en una de las mesas del fondo de la Biblioteca, se sentó a mi lado un señor que no se duchaba a algunos meses. Pensé en cambiarme. Quedaría mal. Decidí soportar el olor hasta que el individuo empezó – eso sí, silenciosamente – a expeler otros tipos de olores. Química pura. N2SO4. Una mezcla de nitratos, metano y todo más lo que quepa. Por supuesto, con su toque a huevo podrido gracias al inolvidable ácido sulfhídrico (H2S). Vamos, que allí la maquinaria fermentaba mucho más que a base de beans y bacón.
Cambio de mesa. Salto tres filas. Pero el gas era más estable que una mezcla de helio, argón y criptón. Se extendía más rápido que el butano. Era explosivo y altamente contaminante. Todos sentíamos sus efectos. ¡Hasta aquí los flatos ajenos me han perseguido! Pensé que si no podía vencerlos, quizás debiera unirme a ello. Pufffffffffffffff.
Temperatura: 24 ºC
Viento: nulo
Posibilidad de lluvía: 8%
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