No cabe la menor duda de que la pronunciación es algo importantísimo. Mi caso es conocido. No acabo de aprender a decir las “ces” del castellano. Tampoco puedo con las palabras que traen pegadas “r” con “j”, como la fatídica “jarra” o “torrijos”.
Pero el caso es que uno cuando quiere comunicar se hace entender. Y el contexto pragmático siempre hecha un cable a los apuros fonéticos. O ni siempre. Ayer, iba yo comprar unos papeles que me pidió María. Formato A1. Cartridge paper. Precisamente, pensaba que mi dificultad sería pronunciar este tal “cartridge” y lo confundirían con algo informático. Pero la sonrisa pícara que puso el vendedor cuando le pedí 30 hojas, “sheets”, sin prolongar lo suficiente la “e” denunció algo pero. Dije, literalmente, mierda.
Temperatura: 22,5 ºC
Viento: moderado
Posibilidad de lluvia: 12%, aunque chispeó (como no) por la mañana
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