En mi pacata existencia, lo único referente cultural que tenía de Irlanda era su pifia participación en el Mundial de Fútbol de 1990, James Joyce (que nunca leí) y Oscar Wilde (otro que tampoco he leído). A parte de esto, ninguna información adicional, ni siguiera del proceso de Uslter y del conflicto en la vecina Irlanda del Norte. Vamos, que lo último que esperaba era encontrarme con un Irlandés.
Me preparé con ahínco para mi primera reunión con mi tutor. Recopilé información sobre su obra académica. Revisé mi tesis y proyecto. Leí sus publicaciones y artículos. Preparé un guión para la conversación. Sin embargo, todo ello no me sirvió para nada.
Con todo, no sabría calificar el resultado de mi reunión. Por un lado, me sorprendió una cálida e informal recepción. Él mismo hizo de cicerone en un tour por la universidad, me providenció un carné que me permitirá superar todos los cacheos y controles de seguridad sin mayores dificultades, me entregó las llaves de un despacho (que compartiré con otros doctorandos), un ordenador e hizo la gestión para que yo pueda disponer de un “usuario” y de una “contraseña” de red. Igualmente, me enseñó la Biblioteca y contó la historia del edificio y de las inmediaciones. Desde el bar donde Marx tomaba unas cañas hasta los restos de uno de los bombardeos de la II Guerra Mundial.
Difícil - por no decir imposible - fue mantener una conversación entablada en el resbaladizo terreno de las comparaciones entre Irlanda y Catalunya. Peor aún cuando unos de los interlocutores desconoce ambos temas y sufre para descifrar el acento irlandés del otro interlocutor. Más exorbitante aún es darse cuenta que uno sustituye la interjección “then” por “doncs”, en un inglés sufriblemente (no)fluido.
Temperatura: 17 ºC
Viento: Alternando rachas fuertes con una brisa suave
Posibilidad de lluvia: 88%
Tipo de lluvia: calabobos
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