miércoles, agosto 26

Day 26 – Pesos y medidas

Sobre mi mesa, a la primera hora de la mañana, encontré un sobre. El remitente era nadie más nadie menos que Ms. Cathy. ¡Suenan todas mis alarmas! Abro la correspondencia antes mismo de encender el ordenador.

Pero antes de cualquier relato, cabe precisar quien es Ms. Cathy. Si Foulcault la hubiera conocido, seguramente no hubiera dicho la tontería de que el poder está en todas las partes y no en un Ente u objeto. Ms. Cathy ES el poder genuinamente encarnado, pulsante. Es lasciva, tiene voz y postura de “comandante en jefe”. Su cargo de “secretaria” del decano poco importa. Le queda corto. Seguramente ella manda más que el decano. De hecho, ella es la verdadera autoridad académica.

Y eso me quedó claro desde mi primer día, cuando para entrar en la Facultad, presenté una carta firmada por mi tutor y el decano. Tardé más de 30 minutos en pasar por todos los controles de seguridad hasta que me registraron y me entregaron un pase provisional. Una vez dentro del edificio, en aquella ocasión, mi tutor me llevó hasta la mesa de Ms. Cathy. Ella me miró de reojo y sonrojó cuando mi tutor la presentó – con toda la razón del mundo - como la mujer más importante de toda Facultad. Con una carta suya, en menos de 1 hora yo tenía listo el carné para entrar directo al edificio, el pase para usar la biblioteca, una estación de trabajo, un usuario de red y las llaves de mi despacho. No sé si Ms. Cathy leyó a Maquiavelo ni si conoce las teorías de los spin-doctors, pero el hecho es que nadie hace nada sin consultarla y todos los que tienen algo que hacer siempre terminan por acoger lo que ella sugiere, por no decir determina.

En su misiva, Ms. Cathy me encaminaba un formulario que yo debería rellenar y devolverle, lo más pronto posible (léase en unas horas, como mucho). Empiezo a contestar inmediatamente el cuestionario. La información solicitada en las primeras preguntas era relativamente sencilla. Los datos personales de siempre, alguna que otra precisión sobre mi residencia y estancia londinense, raza y etnia, discapacidades, enfermedades congénitas y ahí empezamos con líos.

Después de un interminable interrogatorio sobre todo mi historial médico y de mi familia, venían preguntas específicas sobre mi constitución física, tales como altura (en ¡pulgadas!) y peso (en libras), entre otras. Por ahorrarme las reglas de tres, osé poner las medidas en el sistema métrico internacional. Sí, intenté aplicar el personaje despistado. Mal asunto.

Al devolverle cuestionario, en menos de 15s Ms Cathy ya había detectado mis errores en las unidades de masa y longitud. Me comentó, con un aire profesoral, que una libra equivale a 0,4536 kg y que una pulgada equivale a 2,54 cm. Intenté bromear diciendo a Ms. Cathy que una libra, para mi, equivalía a 1,25€. No le gustó - para nada - mi chiste. Fue cuando me di en la esdrújula situación de tener que hacer las cuentas al pié de su mesa, sin calculadora ni cualquier tipo de ayuda o chuleta, como el los tiempos del colegio. ¡Castigado! Y todo ello por creer que podía torear el poder en el mejor estilo latino. Pues no.

Temperatura: 15 ºC
Viento: Soplando frío
Posibilidad de lluvia: 120%
Tipo de lluvia: calabobos.

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