No, no pretendo hablar de Amy Winehouse, aunque ella aúna las tres características que dan título a esta crónica. Tampoco hablo de mi experiencia personal o empírica. Hablo, esto sí, como observador, o mejor, como vecino del barrio N5.
El camino que lleva hasta el estadio del Arsenal hay una densa concentración de bares y antros de poca o mucha monta. En los días de partido, hay una gran probabilidad que tengas que saltar las vomitadas que dan algo de color y vidilla a las aceras. Eso sí, con independencia del horario del partido. Da igual. A partir de las 11-12h del medio día ya hay borrachos deambulando por el vecindario.
Con mucha frecuencia puedes ver algún hincha salir de un garito, vomitar en la acera y, acto seguido, volver para dentro del bar, para seguir bebiendo. Si el partido es al principio de la noche, sobre las 17h llegan los elementos represores del Estado y empiezan los cacheos, controles de alcoholemia y de drogas. Si te pillan con algún tipo de sustancia psicotrópica, te dan un formulario en el cual advierten sobre la posible infracción penal y una multa. Si te pillan con algo gordo o si estás molestando más que lo tolerado – ya entramos en un terreno poco garantista – te detienen no sé por cuanto tiempo.
Mientras tanto, desde dentro de los bares empiezan los cánticos ‘de guerra’ y de menoscabo al equipo rival, con especial interés a las mujeres y madres del equipo adversario. Igualmente, las mujeres presentes, aunque en menor número, aprovechan la ocasión para también menoscabar el honor de los jugadores adversarios bien como para proferir aporías acerca de las (pocas) dotaciones sexuales de los torcedores rivales.
En medio a este clima de alegría y fraternidad, todos caminan hacia el estadio, cargando sus pintas de cerveza que serán consumidas, por obligación, hasta la puerta del escenario. No falta el que se para por el camino a fin de ingerir algo de comida sólida, al fin y al cabo, ni sólo de cebada vive el hombre.
Posterior al evento deportivo, de regreso a casa, toca siempre destrozar algo del mobiliario urbano - siempre y cuando estén ausentes los elementos represores del Estado- o, en su defecto, dejar una huella de orina, demarcando el territorio. Quizás, con la vana expectación que les ayude a reconocer el camino en una ocasión futura.
Y así, en la tierra de Charles Müller, vivencian, de su particular manera, el balónpie bretón.
Temperatura: 17-18 ºC
Viento: moderado
Posibilidad de lluvia: 93%
Tipo de lluvia: calabobos
jueves, agosto 27
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