Viernes, 17h05min. Era mi primer encuentro con la fotocopiadora. Mejor dicho, con LA fotocopiadora. Es un pequeño monstruo. Hay apenas una para todo el edificio. Es muy moderna, o eso parece. Aunque es una, tiene dos cristales, dos tapas y muchas bandejas. Es impresora también. Para usarla, hay que introducir un código personal y pasar el carné que usamos para fichar* y entrar en el edificio.
Me acerqué, aprovechando que no había nadie. Ella está en la tercera planta, estratégicamente en la planta del medio. En una primera toma de contacto, asusta. Mientras intentaba situarme, empieza a hacer un ruido. Acto seguido se acerca una mujer y se asusta con mi presencia. Le pido perdón y muevo mi cuerpo hacia atrás, alejándome de la fotocopiadora. Me dice que no, que no me preocupe.
Agradezco. Vuelvo a lo mío. La mujer se pone a mi lado, en la otra tapa de la máquina. Por el acento, pensé, seguro que será española. Sigo a lo mío. Se acerca una tercera persona. Una señora, un poco mayor. De golpe, le dice a la chica que estaba a mi lado, en catalán y con desparpajo: “Que fem amb aquél fill de puta?” “Estic fins ells cullons!”
Empiezo a reírme. Las dos se asustan. La más mayor me pregunta: “Ets del País?”. “Sí”, le digo, “però, estic en missió de pau!” en mi mejor catalán montillesco. Charlamos un poco, en catalán. En las caras de ellas, mi acento no les cuadraba. Fue cuando les dije que, en realidad, era brasileño. Creo que esto les asustó más que mi acento.
Temperatura: 16 ºC
Posibilidad de lluvia: 19%
Viento: frío
*sí, ficho a diario, no lo sé bien porque. Quizás por un acto de compañerísmo. O, más bien, para fastidiar el sistema...
sábado, septiembre 26
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